Hola azúcar de azul amargo con chispas de calor tónico, cereal de lagrimas chocolatadas crujientes, de dudosa transparencia hermética risueña. Autógrafos en la nada sobre dioses mareados, con pinceladas de perros y gatos perseguidos por la locura autóctona de Júpiter, girando alrededor de una nube de libros pequeños, temáticas olvidadas por los sabuesos de mañana y tarde, cansados de saltar sobre tiendas de sueños abiertas de día y domingo, menos festivos sangrientos con pérdida de masa acuosa, brotada del fin de los primates, meteorito de cañas de pescar ballenas voladoras, con alas multicolores de cartón y sabanas sucias de pinturas de Matta con poemas de caramelos saltarines de cangrejos acuáticos provenientes de alcantarillas, plagadas de dados mientras las ruletas cósmicas dejan de aplaudir y el silencio se hace presente ayer, frente a la parte trasera de la mujer tranquila y el niño vago canta mientras los grillos duermen siesta viendo como los pitufos emigran a tierras altas en busca de sombras de elefantes danzarines con tutus de cristal negro como el corazón putrefacto de mi mente atormentada de carcajadas ponzoñosas de alegría triste al caer la hambruna sobre el hombre que piensa en despertar del tormento del amor de su mitad superior, mientras su mitad inferior sale a pasear por el parque tomada de la falda de la anciana que alimenta los pensamientos del recuerdo que abandonaron para dejarlos morir y resucitaron entre los vivos transformándose en el centro del motor a pedales de titanio oscuro refinado por enanos trabajadores autistas de gran tamaño como los arboles de cucharas dobladas por los dedos de focas amaestradas por duendes únicos con gorros de cemento secado por el aire verde radioactivo con olor a rosas marchitas multicolores ardientes por el sol apagado del sistema interurbano mensualmente depreciado.
Bienvenidos los que se marcharon del mundo y llegaron a caer a lugares oscuros con una luz tenue de color a pena, motivada por las tristezas de los animales transformados por el suave respirar de la princesa enjaulada por monstruos trogloditas de enorme carisma, trabajadores de empresas en ruinas carcomidas por el peso del tiempo, soportando los embates de la población que reacciona de manera inesperada a los cambios climáticos del fondo del mar lleno de pequeños crustáceos intranquilos por el amor de esa mujer…