jueves, 28 de enero de 2010

Casas de viejos o el miedo a envejecer...


No me gustan las casas de viejos, ninguna, no tengo muy clara la razón pero no me agradan. De vez en cuando pienso que son las esperanzas que tengo de mi futuro las que me hacen tener aquella aversión, o tal vez sean esos pequeños detalles que todos sabemos que existen en las casas de los viejos.
Detalles que por muy limpia que sean las casas los tienen si o si, como el olor a hospital que ronda el ambiente, la cocina grasosa cubierta por una niebla espesa con olor a fritura, la habitación oscura que casi siempre permanece cerrada formando parte de la parte más segura y alejada dentro de las dimensiones de la casa, el baño pintado hace años el cual casi nunca se refacciona, y podría seguir y seguir eternamente pero en fin ese no es el punto.
Quizás solo sea miedo de envejecer lo que me causa repulsión, la idea de que mi futuro este plagado de esos detalles, que poco a poco lo que soñamos en nuestra mente como nuestro futuro este destinado a morir, o acaso ustedes se imaginan de 60 0 70 años, obviamente que no, nuestra capacidad de proyectarnos tiene un límite que difícilmente supera los 50 años, edad tope según muchos para lograr nuestras metas.
Lamento decírselos a todos pero creo que nos falta un poco más de visión, sumar una que otra década a nuestras esperanzas no es malo, mal que mal, estamos destinados a terminar viviendo en una casa para viejos, ya que lo que transforma una casa normal en una casa para viejos no son los detalles que les mencione, sino mas bien los que la habitan…

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